Baloncesto

Empecé en 1.º de primaria a jugar al baloncesto, y no lo he dejado desde entonces. Cuando me cambié de colegio no sabía si seguir, porque aunque me encanta esta actividad pero no conocía a nadie y no quería quedarme sola. Al final decidí apuntarme y he seguido hasta este año.
Al empezar este curso, me volví a plantear si seguir o no, porque esta actividad requiere un compromiso que me daba miedo aceptar porque me quitaría mucho tiempo de estudio, el cual no me iba a sobrar este año. También me echó para atrás el hecho de que muchas de mis amigas se desapuntasen. Sin embargo, otro año más, opté por volver a apuntarme.

Primero, me ha ayudado a ver mis puntos débiles y fuertes, así como las áreas en las que tengo que mejorar. No solo en cuanto a mi forma de mejorar al baloncesto en el sentido de si se me da mejor atacar, defender, si tengo que practicar más tiros fuera del área.... que también, pero especialmente mi forma d jugar respecto para con las demás, en el sentido de si a veces debería jugar más en equipo, como se me da mejor, si juego en equipo o no dependiendo de con quien juegue, etc.
Consecuentemente, el jugar en equipo me ha hecho darme cuenta tanto de mis habilidades como de las ventajas de esta forma de trabajar. Por una parte, me he dado cuenta de cómo el trabajo en equipo, practicado en una actividad tan simple e intrascendental como es jugar al baloncesto en un patio, puede enseñarte a trabajar en equipo en aquellas situaciones en las que es más importante (como en el trabajo). Y también como al final es trabajando en equipo como verdaderamente se llega a la meta. Aún la posible situación de ser tu mejor que el equipo (que a veces se puede dar tanto en baloncesto como en cualquier otro ámbito), a lo mejor al principio parece que vas más rápido, pero como verdaderamente llegas lejos es en equipo.
